"El viajero genuino, por otra parte, se siente tan interesado en las cosas reales, que no encuentra necesario el creer en fábulas. Es insaciablemente curioso, amante de lo desacostumbrado en atención a su misma falta de familiaridad; le complace toda manifestación de la belleza. Sería absurdo, naturalmente, afirmar que nunca se aburre; pues resulta prácticamente imposible el viajar sin aburrirse a veces. Para el turista una buena parte de casi todos los días queda necesariamente vacía. Ya para comenzar, gran parte del tiempo ha de gastarse en el mero transladarse de un lugar a otro, y luego, cuando se han visto las curiosidades, el observador se encuentra físicamente extenuado y sin nada de particular a realizar. En el hogar, entre las ocupaciones habituales de uno, no hay forma de aburrirse. El ennui es esencialmente una sensación de los tiempos de ocio. (¿Es que no viene a ser la enfermedad crónica de los desocupados?) A esta misma razón se debe que el verdadero viajero ejemplar encuentre que el aburrimiento es más agradable que penoso, pues es el símbolo de su libertad; de su excesiva libertad. Acepta su hastío cuando este surge, no meramente de un modo filosófico, sino casi con agrado."
"A lo largo del camino", por Aldous Huxley.-
------------------- Una de las páginas de mi librito de artista "Viajemos!". Rosario 2009, Bianca Monti y Jota Schneider.
Claro quemar la carretera tiene sus cosas. Que si tendrá sus cosas. Se ve que nadie llega a la meca con la cara seca.
- So you are actually telling me you do believe in love at first sight? - Yeah.. Why not? - I'll tell you this: love at first sight is only one being horny and wanting someone to fulfill your love expectations.
I'm a brand new sky to hang the stars upon tonight I am a little divided: Do I stay or run away and leave it all behind?
It's times like these you learn to live again It's times like these you give and give again It's times like these you learn to love again It's times like these time and time again
El dibujante argentino Ricardo Siri, conocido como Liniers, titula su blog “Cosas que te pasan si estás vivo”. Frente al dibujo, como espectadores, compartimos un factor obvio: estamos vivos. Y llegamos ahí con el deseo de dar con algo que exprese esa condición. Quizás porque la identificación resulta ser un alivio. Con ese propósito, el arte nos detiene y nos hunde en las cosas que nos acostumbramos a transitar por la superficie o a reconocer por su envoltorio, nos propone universos alternativos y revela éste. Parece querer devolvernos al idioma común y único previo a la torre de Babel, que son justamente las cosas que nos pasan por estar vivos. En este sentido la ilustración tiene una propiedad singular, porque antes de aprender a leer y a escribir, supimos observar e improvisar dibujos. De alguna manera el arte visual nos resulta para siempre un alivio de la palabra, de su linealidad y mutabilidad lenta. Jacqueline Schneider se vale del trazo, del color y de la imagen para comunicar. Saca punta y, así de afilada, nos propone su obra, las “cositas” (definición para siempre tentativa, por parte de la autora) que funcionan como un bisturí dispuesto a encontrar algo adentro nuestro, algo que está casi en la anatomía. Su trabajo tiene el doble filo de la ternura infantil combinada con la profundidad de quien sabe observar hondo. La paleta de la que dispone es un cajón desordenado en el que guarda lápices Faber-Castell nuevos, Crayola de los que tienen olor a frutas o a chicle, la Mac, una birome Bic bien criolla y algunas palabras: las justas (lo bueno, si breve, dos veces bueno). La materia prima que utiliza puede surgir de una investigación por armarios viejos como de la observación, limpia, de la naturaleza; y es sometida a una reelaboración constante: Algunos retratos requieren la economía de un solo ojo para omitir dos cejas mil veces dibujadas e inaugurar una visión. Otros prefieren flores, en lugar de ojos. El collage y la técnica mixta son los medios ideales para ella, porque a través de la superposición y en el diálogo que se pone en juego dentro de sus ilustraciones, Schneider encuentra el humor, el concepto y el mensaje. Son varias y eclécticas las herramientas con las que cuenta para concentrar varios universos de significado en una sola “cosita”. Puede enfocar el ojo sobre una serie de mujeres comunes y hacerlas personaje en la representación, revelando algunos rasgos tal como aparecen, y convirtiendo otros en caricatura. De la misma manera, le es posible crear estas heroínas de la nada, combinando antifaces, cabelleras de Gorgona y hombros desnudos. Queda claro que la mirada se detiene en lo femenino, que para Schneider las generaciones parecen sucederse de madres a hijas, que el testimonio que se pasan de mano en mano es un legado de autosuficiencia y fortaleza, incluso en sus formas más redondas. Y como artista ella le hace honor a ese legado. Es activa tanto en la experimentación como en la exposición de su trabajo. Ir a sus exposiciones es comprobar el compromiso que tiene con la comunicación de su obra. Es capaz de armar la estructura sobre la cual se monta la muestra, en galerías o al aire libre, y pasar la jornada entre los espectadores, disfrutando de esa instancia que tiene que ver con mostrar el trabajo realizado y ser testigo de la recepción. Se involucra en proyectos que la invitan a desarrollar consignas desde puntos de partida originales (“Cómo es Dios” y “Proyecto Tarot Colectivo”, por ejemplo) y a ilustrar conceptos abstractos y complejos. Y al resultado lo llamamos “cosita” porque una definición más exacta sería atroz. No son más –ni menos– que cosas que nos pasan por estar vivos, por ser nenes, grandes, mujeres, terrestres, huérfanos, viajeros, sensibles, humanos. Simplemente.
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